El concepto de ¨Solidaridad¨ en las ciencias sociales lleva tratándose
durante mucho en las escuelas occidentales. Así, Durkheim es uno de los
pensadores que inició el desarrollo de este tema en las esferas intelectuales
francesas, y quien asumió el término ¨solidaridad¨ como un ¨hecho moral¨
relacionado con la cohesión social.
Ha pasado mucho tiempo desde que se trabajaba con este concepto, y luego de
los aportes neomarxistas sobre el capital, Putman desarrolla interesantes
análisis con las estadísticas de varios países europeos, sobre el capital social, término que relaciona
con los de ¨confianza social¨ y ¨conciencia cívica¨.
Y mientras existen datos del nivel de cohesión social de los países
europeos, y existen estudios científicos que intentan conmensurarlos, en nuestro
contexto local, sabemos que la capacidad de asociatividad es sumamente baja
mediante información muy sencilla. Una ciudad que cuenta con un gran capital
artístico, tiene muy pocas asociaciones de tipo cultural, por ejemplo.
Hay que preguntarse qué es lo que genera estas situaciones. Hay que
cuestionarse si realmente es parte de nuestra idiosincrasia (¨lojano come lojano¨) o es el efecto de
las pugnas partidistas enquistadas en las instituciones que más influyen en la
mentalidad de los habitantes del territorio.
Una de aquellas instituciones, la Universidad o alma máter, precisamente ha
sido el vórtice de permanentes pugnas viscerales que han definido cierto carácter,
cierta desidia, cierta desconfianza hacia las actividades más sacras, como lo son el
estudio y la docencia. Y luego de haber transitado por una serie de persecuciones
y bajo el gobierno de la impunidad, la ¨confianza social¨ solo podría ser una
piltrafa que yace en el terreno de la impotencia.
Hace poco alegraba escuchar a un estudiante de psicología educativa desarrollar
una pedagogía basada en el fortalecimiento de la acción colectiva; en la
reducción de la competencia entre estudiantes para a cambio potenciar la colaboración entre estos:
¿quién dijo que todo está perdido?
Hoy, en tiempos de tragedia, se puede apreciar un sentimiento hermoso de
solidaridad tan guardado y tan reprimido por siglos de sesgo étnico, cultural y
clasista. Hoy respiramos una necesidad terrible por ayudar a nuestrxs
compatriotas de la costa. Esto significa que aquel sentimiento solidario está
latente y que es un valor imprescindible para quien quiera cambiar los destinos
injustos de nuestro país.
Hoy una red de voluntarios, en diversas partes del país, respira un
ambiente agradable al poder hacer algo más interesante que ver un partido de la
¨champion liga¨ o perder su tiempo en
algún ¨tontódromo¨ sin más aliciente
que un trago mezclado con cola. Hoy se ha visto una cadena de brazos que quieren
sostener un alivio para quienes más lo necesitan en nuestro propio territorio
nacional.
¨No hay mal que por bien no venga¨
queridxs estudiantes y comunidad en general; y que estos tiempos difíciles
sirvan para ¨cambiar el chip¨ y respirar el aire de la confianza que genera el
espíritu solidario. Que sea parte de nuestra nueva programación cultural, de nuestra renovada mentalidad:
Red de Voluntarios Zona 7 en el teatro Bolívar tras el radio maratón y entrega de recolección de donaciones 19/04/2016
Redacción DirCom, abril 2016
RVV/.
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