Hace pocos días en el suplemento Séptimo
Día del diario ¨El Telégrafo¨ se recuperaba la memoria de los hechos que
fundamentaron la celebración del día de la mujer. Y aunque exista cierta ambigüedad
tanto sobre la fecha como sobre el lugar de los hechos, los orígenes de esta
celebración destinada para el ocho de marzo, propiamente se relacionan con el
amotinamiento de las mujeres rusas a inicios de 1917, cuyo resultado trajo
consigo la caída de Nicolás II y la revolución de Octubre.
Otra luchadora de nuestra sangre, Matilde, tuvo que superar todos los
tapujos y prejuicios de su generación para estudiar y poder sufragar en un
mundo patriarcal e inequitativo. Los escritos de Pablo Palacio cuestionando la
¨propiedad de la mujer¨ y el derecho a matarlas que tenían sus maridos para
punir el adulterio, generaban personajes femeninos que reflejaban estas
tensiones, según Mora Witt en su artículo publicado en la Revista Mediodía.
Sin embargo, la sociedad de consumo se ha encargado de transformar el
significado de estas luchas y estos valores en una mera venta de artilugios que
supuestamente representan la memoria, pero que nada tienen que ver con su
significado inicial. Quizás unas flores blancas, que son las que se llevan a
los cementerios, podrían relacionarse. Sin embargo, la costumbre de regalar accesorios o
¨detalles¨ a las mujeres ¨en su día¨
tiene más que ver con el mercado que con la organización femenina. Al fin y al
cabo, una persona machista puede regalar cualquier detalle que le permita su
billetera, pero no será capaz de indignarse por el estado de inequidad y
violencia que sufre la mujer en nuestra sociedad.
Es por ello que cuando abrimos algún suplemento de la prensa ecuatoriana
y latinoamericana en general, al tratar el tema del día de la mujer, se intenta siempre
reposicionar a la mujer madre y esposa, más que a la mujer luchadora e
indómita. El sistema ha decidido retornar al papel ¨clásico¨ y patriarcal de la
mujer, incluso celebrando el ocho de marzo.
Por esta razón, esta editorial está encaminada a rendirle un justo homenaje
y tributo a una gran luchadora de nuestros días: Berta Cáceres. Hoy al igual
que hace casi un siglo, las páginas de la historia se han escrito con tinta
sangre ante la lucha que han generado mujeres en busca de sus derechos y los de
sus pueblos. Hoy se hace imprescindible recuperar esta memoria, para no
banalizar los significados que han costado algo más que chocolates y flores.
¡Viva siempre Berta en nuestros corazones y en nuestra acción!
DirCom UNL, marzo 2016
RVV/.
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